EL PERRO CALLEJERO
Un perro callejero es un perrito que no pertenece a ninguna raza en particular. Pero esta afirmación trae otra pregunta: ¿qué es una raza? Según los biólogos, una raza es un subgrupo de una especie que comparte señales característicos y iguales. Son estas particularidades que distinguen cada subgrupo de otros subgrupos de la misma especie. Por ejemplo, el Doberman y el Caniche pertenecen a una misma especie, pero sus características son tan marcadas que no existen dudas sobre la raza de cada uno de ellos. Sin embargo, si se cruzara un ejemplar del primero con otro del segundo, obtendríamos perros totalmente diferentes y ya no podríamos hablar de una raza. ¿Por qué?
De acuerdo con el concepto actual, las razas solo existen desde el siglo XIX. Anteriormente también existían perros de diferente aspecto y tamaño, pero la particularidad más valorizada no era la apariencia física del perro sino el aprovechamiento práctico del animal. Posteriormente el aspecto empezó a ser mucho más valorizado y después de la primera exposición canina (que tuvo lugar en Inglaterra, en 1859), empezaran a aparecer los primeros clubes de cría canina. Y son estos clubes que determinan la definición de raza. Para que sea reconocida una nueva raza, hay un conjunto de atributos que los perros tienen que presentar a lo largo de varias generaciones. Infelizmente, algunas de las razas creadas por el hombre no sirven tanto para satisfacer objetivos funcionales sino finalidades estéticas, esto resulta en que algunas razas sufran de mal formaciones o presenten características físicas exageradas que les provocan sufrimiento. En los cruces entre razas los extremos se moderan, esto significa que un perro callejero podrá ser un perro más equilibrado. Podemos decir que cada raza es una mezcla y que en cada perro callejero existe un cualquier perro de raza. ¿Será que los perros callejeros son los mejores? No se puede afirmar que sí con 100% de seguridad. Sin embargo, existe grande probabilidad de que el perro callejero sea resistente, posea un comportamiento flexible y tenga una fuerte capacidad de adaptación. El perro callejero presenta estos atributos porque cuando acontece un cruce entre razas, se da una revitalización de la sangre, hecho que tiene un efecto positivo ya que evita el cruce consanguíneo. Así que, un perro callejero no es automáticamente saludable o de buen carácter, pero las probabilidades de que así sea son realmente elevadas debido a su herencia genética variada. Y no es necesario hablar mucho más de las calidades de nuestro amigo callejero. Todos los dueños de callejeros saben que la clase nada tiene que ver con la raza.los perros callejeros son muy tesos en todo sentido, son los animales mas fieles, buenos amigos y compañeros de vida, me gusta la libertad que poseen, tener la capacidad de hacer lo que quieran, son los dueños de la ciudad, un animal muy urbano, que recorre las calles a su antojo, son parte de nuestra cultura.
EL CONDOR DE LOS ANDES
Esta ave rapaz diurna pertenece a los catárticos de cabeza y cuello desnudo, plumaje negro azulado, collar y espalda blancos, cola pequeña y pies negros. Habita en los Andes y es la mayor de las aves voladoras.
El cóndor es el nombre común de dos grandes buitres americanos: el cóndor de los Andes y el de California. Ambos se consideran entre los pájaros voladores más grandes y pesados que existen. Es considerado unas de las aves más grandes y pesadas. Tiene una envergadura de alas que alcanza los 3,5 metros; los machos, más pesados que las hembras, pesan unos 11,5 kg. Alcanza a medir casi 1 metro, llega a la cintura de un hombre.
Su pelaje es negro como el hollín, con una gran zona blanca en las alas. Ésta se localiza en la cara superior. Tiene una cabeza desnuda de un color rojo pálido y los machos poseen en la frente una cresta carnosa prominente.
El cuello y las patas poseen plumas para que no se les impregnen de sangre cuando come.
Un rasgo característico es su calvicie, que la obtiene al meter la cabeza dentro del cuerpo de los animales. Y presenta un collar de plumas blancas en el cuello.
La diferencia entre el macho y la hembra es que el macho tiene una carúpula (cresta) y la hembra tiene los ojos rojos.
Por su función de carroñero es una pieza importante en el equilibrio de los ecosistemas del que forma parte y es muy útil para la salud de muchos animales, porque al consumir rápidamente los cadáveres elimina fuentes de contacto de enfermedades o focos de contaminación. Por eso hay que evitar su desaparición.
No es cazador, y no tiene las fuertes garras que se necesitan para capturar y matar. A diferencia del águila, no puede tomar un animal con sus patas.
El descenso de un cóndor hacia el suelo, alerta a los demás sobre la probable existencia de alimento y así es que varios suelen congregarse sobre las carroñas.
El cóndor pasa la noche refugiado en cuevas en la montaña. Solamente aletean cuando no hay viento y cuando van a despegar. Cuando si lo hay, planean y hacen una aleteada de vez en cuando.
Uno de los espectáculos más sorprendente de la Patagonia es ver el altísimo y planeador vuelo del cóndor. El tamaño y la majestuosidad de esta ave llaman la atención de los observadores.
HÁBITAT NATURAL
El cóndor de los Andes se localiza a lo largo de toda la cadena montañosa de los Andes, desde Venezuela y Colombia hasta el estrecho de Magallanes; y en ocasiones llega a descender hasta las costas del Pacífico, a las colonias de aves acuáticas, para alimentarse de sus huevos.
Se alimenta de animales muertos que halla cerca de su hábitat, también mata presas que persigue desde lo alto en vuelo de cacería y a veces mata ganado. (Chivos, ovejas). Se alimenta de animales muertos, extrayendo primero el corazón. Es carnívoro y carroñero. Y pueden aguantar días sin comer.
REPRODUCCIÓNEl nido está ubicado en lugares inaccesibles: en una grieta o cueva en las rocas, no dedica tiempo a su construcción.
La hembra pone generalmente un solo huevo color blanco, de unos 10 cm. de largo. La incubación dura alrededor de 55 días; el macho y la hembra se turnan para dar calor al huevo.
Los pichones, al nacer, son muy débiles y están cubiertos por un plumón gris blanquecino. Los padres le dan de comer alimento fácil de digerir, ablandado y entibiado en el buche. Estos permanecen más de un año en el nido. La cría tarda 2 años en alcanzar su maduración total. Pone sus huevos entre septiembre y octubre. Hace su nido en lugares pocos accesibles que custodia celosamente debido a que su hábitat se ha modificado y los ejemplares han disminuido notablemente.
El cóndor está en vías de extinción debido al avance del hombre sobre sus territorios.
Pocas aves pueden igualar al imponente cóndor, que vive 70 años (si el hombre lo deja), desplegando su belleza por nuestra cordillera de los Andes.
El cóndor, aunque un ave carroñera, cumple un importante lugar en los ecosistemas, debido a que previene que los animales muertos se conviertan en focos de contaminación, su majestuosidad e imponencia la proporciona su gran tamaño y su elegancia al volar, que no requiere de un aleteo continuo sino de una armonía con el viento que lo sustenta por la cordillera, al no ser un animal que caza, lo convierte en un ave noble que da testimonio de la vida misma y el horror de la muerte.
VENERACION DE LOS ANIMALES EN CULTURAS
AZTECAS
El perro ha sido compañero del hombre desde hace más de 30.000 años, momento en que concluyó su proceso de domesticación, el cual se inició hace unos 70.000 años, cuando el hombre y las jaurías de lobos asiáticos competían por alimento y territorio.
Luego el ser humano comenzó a experimentar con crías de lobos cautivas hasta lograr que en lugar de competir comenzaran a colaborar entre sí, llegando a formar parte de las comunidades humanas, desempeñando diversas funciones dentro de éstas.
En mesoamérica, y especialmente, dentro de la cultura Azteca, el perro fue elemento importante, no sólo como elemento integrante de las comunidades, sino también en el ámbito religioso.
Los Aztecas, como todos los pueblos primitivos, formaron su religión llena de esperanzas, temores y adoración en torno a las fuerzas de la naturaleza, las cuales no comprendían, pero cuyos efectos benéficos o destructores si recibían.
La vida del pueblo azteca giraba en torno a la religión, en la cual su dios principal y todopoderoso era TONATIUH (el sol), al cual atribuyeron todas las bondades y defectos de los humanos, pero con gran poder sobrenatural.
Entre los muchos monumentos construídos por los aztecas para venerar al Dios-Sol, el más importante fue la Piedra del Sol (Cuauhxicalli) o Calendario Azteca, el cual demuestra el grado de adelanto cultural y científico que este pueblo alcanzó en astronomía, matemáticas, medición del tiempo y es una de las mejores expresiones de arte azteca.
Las figuras grabadas en este imponente monolito representan los datos referentes a la formación del sol, el orden del sistema planetario, la creación de la tierra en sus distintas eras, la aparición de la pareja divina. En su relieve presenta ocho círculos concéntricos, en el tercero de los cuales, del centro a la periferia, se distinguen veinte espacios, que corresponden a cada uno de los veinte días del período que se puede considerar como el mes azteca.
Cada día del mes lo presidía un dios o diosa que tenía influencia en las actividades de los humanos. El día 17, era presidido por el Dios XOLOLT, dios monstruo considerado doble gemelo de Quetzalcoatl, representando todo aquello que significara dualidad. En la mitología nahoa, se designó como "gemelo precioso" al planeta Venus; cuando hacía su aparición en el día se decía que era el dios Quetzalcoatl, y cuando era visible por la tarde era el dios XOLOLT.
El México pre-hispánico representó al perro en la figura del dios XOLOLT.
XOLOLT, Dios Monstruo, es gemelo de Quetzalcoatl Dios del Cielo y del Saber.
En la Cultura Azteca, se consideró que el perro era el guía del hombre en la noche de la muerte.
Los egipcios adoraban dioses con cabeza de animal o con figura humana; incluso los imaginaban en forma de planta. Su religión no era homogénea puesto que bajo la forma de numerosos dioses podía ser venerado un mismo principio religioso. Resulta imposible ordenar las divinidades egipcias en categorías precisas. Dos son las razones principales: la complejidad de las ideas religiosas ren Egipto y el largo período de tiempo en el que se desarrollaron.
ANUBIS
Dios presidía las momificaciones y guardian habitual de las necrópolis. Se representaba como un chacal negro o como un hombre con cabeza de chacal o de perro. Guíaba el alma del difunto en el más allá. Protegía el cuerpo de Osiris durante, y después, de que éste hubiera sido embalsamado. Luego sería integrado en la religión de Osiris, siendo entonces hijo de Neftis.
Los perros en el Antiguo Egipto
La historia de arcanas civilizaciones ofrece generalmente pocos datos sobre la vida ordinaria de su gente, centralizándose en cambio sobre figuras políticas y eventos trascendentales. En el caso del Antiguo Egipto, sin embargo, abundan evidencias de pinturas en sepulcros, obras de arte y escritos que reflejan como la gente, en todos los niveles de la sociedad, protegían y amaban a los perros, considerándolos compañeros y miembros de la familia.
Este hecho, de alguna manera, nos identifica emocionalmente con personas que vivieron 2 mil a 5 mil años atrás.
Espejos de mano, con marcos de madera y marfil –pertenecientes al Imperio Nuevo (1500 a 1800 aC), representan a jóvenes mujeres teniendo en sus brazos a un pato, un gato o un perrito. En las pinturas murales de numerosas tumbas se muestra en acciones de su vida al fallecido, acompañado de su perro, ora echado bajo el asiento del amo, ora asistiéndole durante una cacería.
El arte y el perro compartían su destino. De la tumba de Maihergeri, en el Valle de los Reyes, se obtuvieron collares caninos de cuero pintados de rosa, verde y blanco, con apliques metálicos en forma de caballos saltando (Estas piezas se exhiben en el museo de El Cairo).
"Grandes honores fueron rendidos al perro", escribió el biógrafo y filósofo griego Plutarco (46-120 aC), quien señalaba que la muerte de una mascota –ave, gato o perro- "producía una gran conmoción" : "los componentes de la familia se afeitaban el cuerpo y la cabeza para así poder calmar su pena"
Los preparativos para el entierro de un perro de la familia eran similares a los de los humanos; y en clases adineradas, la ceremonia comprendía costosos y elaborados ritos. Un papiro informa que en épocas del Imperio Antiguo (2680-2180 aC), un perro de caza llamado Abutin –el nombre significa "orejas en punta"- fue profundamente amado por su dueño, faraón y, antes de nada, hombre; éste, al morir el animal, ordenó que el ataúd integrase el tesoro de la realeza, lo momificaran y vendasen con cintas de finísimo lino, y a inhumación de incienso fuera llevado al sepulcro como correspondiese en honras de nobles de la corte.
Aquellos queridos compañeros recibían la mejor alimentación, eran bañados y cepillados –tal demuestran las pinturas-, tenían nombres afectuosos que, con frecuencia, incluyen el vocablo abu ("reverenciado", "amado", y "padre"), la palabra ubis ("protector"), o hhi ("mío").
Los arqueólogos han traducido casi ochenta nombres de perros; algunos aluden a la personalidad, trabajo o talento del can, como Fiel, o Buen Pastor y Espada; otros, a sus características físicas o pelaje, llamándole Formado como Flecha, o Ébano. Los canes de guerra solían tener por nombre un número: el Quinto, el Sexto, tal la costumbre de la Antigua Roma (Quinto, Sexto, recordando la prioridad de nacimiento en la lechigada); pero, de distinguirse en combate, se agregaba a la cifra un apodo, Segundo el Valeroso, por ejemplo.
Finalmente, había nombres humorísticos, calificando conductas irreductibles: Loco...Inútil...Perra de la ciudad.
Un friso del Imperio Nuevo dice:
"El perro obedece las palabras y sigue a su amo".
Durante el Imperio Medio (2130-1630 aC), uno de los funcionarios se describió a sí mismo como:
"un perro que cuida, tendido bajo la cama, a su amo durmiente".
Inversamente, el perro podía convertirse en un ser despreciado –por ese sometimiento, por esa conducta servil- y sinónimo de esclavo, de una cosa animada. Enemigos prisioneros, ante los faraones victoriosos, fueron –más de una vez- obligados a repetir la frase "nosotros somos en realidad sus perros".
Similar calificación se adjudicaría un artesano, que viviese en la desértica aldea de Deir-el-Medina, cerca de Tebas, quien por un error en su trabajo, dijo: "el buen faraón debiera tratarme como a los perros callejeros".
Las calle urbanas eran, ya entonces, transitadas por animales extraviados que, buscando alimento, revolvían los montones basura de Luxor o Menfis. Las leyes faraónicas y sacerdotales impedían molestar a los mendigos, a los perros y a los gatos, así que los canes vagabundos gozaban de protección doble. Las jaurías asolaban las ciudades.
Y de pronto, la rabia se propagó en el antiguo mundo. El miedo a las mordeduras propondría, la defensa con perros de guardia. Los tuvo la policía del mercado, cada templo, la nobleza, la gente culta. Figuras esculpidas y murales dan cuenta de las razas caninas de entonces; unas, nativas del Valle del Nilo, y las otras, importadas.
Algunas pinturas en los sepulcros representan a perros similares al moderno pharaoh, al ibizan-hounds, y al dálmata, populares principalmente entre la nobleza egipcia (Como, en nuestro siglo, entre las familias aristocráticas europeas).
Papiros y bajos relieves recogen tres tipos de lebreles; uno, semejante al galgo español; otro, al galgo italiano miniatura; el tercero, no demasiado diferente al primitivo afgano.
Razas y cuidados
Criados en caniles de paredes de adobe, que se construían separados de la casa, el cuidado y entrenamiento de los perros era asignado a personas especializadas en el oficio. Los adiestradores caninos –según reciente hallazgo poseían organización sindical.
Los egipcios contaban con campos de recreo para sus perros, donde los adiestradores los soltaban a fin de que, en juego preparatorio, hallasen y trajeran cebos de cuero de conejo o de antílope.
Frescos sepulcrales, pintados circa el 2000 aC, muestran una jauría de lebreles cazando, muy similares al greyhound.
El Imperio limitaba con el tramo noreste del río Eufrates y, hacia el sur, comprendía el actual Sudan. Ciudades capitales como Menfis y Tebas favorecían el comercio con griegos, hititas, babilonios, sirios, palestinos y nubios. No sólo se negociaban metales y piedras preciosas, perfumes, especias, productos textiles y cueros, los egipcios solían comprar caninos exóticos. Se documentan gráficamente unos perros pequeños y rollizos.
Dibujos y esculturas del 1500 al 300 aC registran a perros de patas cortas y cuerpo grande, color marrón oscuro o con manchas blancas y negras.
Inventarios de excavaciones arqueológicas incluyen datos y aun piezas óseas de perros foráneos: tributo de Libia y Nubia para los faraones. Un texto recuerda al faraón Intef II, quien disponía de una jauría de pequeños perros con nombres egipcios y extranjeros.
La arqueología, conforme frisos y relieves, dan cuenta de perros de gran tamaño para uso bélico y guardia. En aquella época, precisamente, Egipto sufrió la invasión de los hyksos, quienes disponían de caballos y perros pesados y musculosos con cabeza cuadrada y orejas pendientes. Pinturas mortuorias y altorrelieves muestran unos perros similares al actual mastiff, y hay literatura historiando que se les incorporaba al ejército como caninos de ataque.
A la manera etrusca se los conducía mediante collar de ahorque, pero, en la guardia de templos y palacios, al igual que durante las batallas, se les ponía collares con pinchos cónicos e, inclusive, placas laterales de cuero y metal, lomeras en serrucho y casquetes, protegiéndoles de picas y flechazos.
Se alojaban en caniles, pero atados con cortas correas, para hacerlos más feroces. Algunos textos sugieren que sólo los instructores podían cuidar y alimentar los perros de guerra. Comían carne, principalmente, a fin de disponer de un plus de brío; algunos autores sostienen que:
"además de la de cervatillo macho, se los alimentaba con carne de león, existiendo cazadores especiales para la tropa canina".
A esos perros, en vez de enseñarles a perseguir a otros animales, el instructor los impulsaba desde temprana edad a vigilar y defender su territorio, tendiendo a demostrar agresividad con los extraños. Liberados en el campo de batalla, los perros de guerra corrían entre las filas enemigas abalanzándose y atacando; "hombres, caballos y hasta tiendas eran destrozo de sus enormes colmillos".
EL CÓNDOR EN EL PENSAMIENTO DE LA AMÉRICA INDÍGENA
Algunas aves, y entre ellas el cóndor, ocupan un lugar importante en la religión y mitos de la humanidad. Así como el cóndor es sagrado en gran parte de Sudamérica, en el lado norte del continente el símbolo es el águila y, en otras culturas, otras aves similares son veneradas. Tal vez se deba a que las aves representan siempre para el hombre una metáfora de la ascensión y de la libertad.
La imagen del cóndor aparece asociada a distintas culturas de la América indígena desde el período preincaico, y se ha mantenido en algunos casos hasta la actualidad.El cóndor en las culturas preincaicas de Bolivia y Perú
En territorio boliviano, al sudeste del Lago Titicaca se encuentra Tiwanaku (Tiahuanaco en quechua), considerado, después del Cuzco, el sitio arqueológico más célebre de los Andes.
Esta cultura prosperó entre los años 900 y 1300 d.C. Allí fueron hallados, la Puerta del Sol, uno de los monumentos más notables de toda la América antigua, y muchos monolitos esculpidos. Tiwanaku constituía sin duda un centro religioso.
La principal figura esculpida en la gran puerta es la imagen de la divinidad Viracocha:
"está de pie, con la cabeza circundada por rayos que representan cabezas de felinos y serpientes; en cada mano tiene asido un cetro cuyo extremo lleva una escultura en forma de cabeza de cóndor; lo rodean tres hileras de personajes en marcha; los del medio lucen máscaras de cóndor".
Aparentemente su decoración también es muy significativa, se dice que la misma consiste en tres elementos: cóndor, pez y felino.
Según como veremos luego, el cóndor se vincula al cielo o "mundo de arriba" y el pez al "mundo de abajo".
Estos son distribuidos en las figuras a modo de opuestos, ya que cóndores y peces aparecen en la cara anterior, y en el lado izquierdo y derecho del monolito.
En la espalda en cambio, disminuye el número de peces y predomina el de los felinos.
"la decoración consiste en un relato en el cual el tema del cóndor se enfrenta con el tema del pez, y luego se da hacia la espalda el tema del felino como conciliador de opuestos y como resultante de la energía nefasta del pez unido a las virtudes inherentes al cóndor, todo ello entrelazado con los temas de la revolución del tiempo y de la integración".
En suma, quizá no exprese más que la idea de cómo el mundo del cóndor debe pasar por el mundo del pez para lograr el plano del felino. Siguiendo con esta interpretación, la decoración del monolito Bennett estaría reflejando la visión del cosmos indígena.
También los mochicas, que habitaron la costa norte del Perú, adoraban a todo en la naturaleza: árboles, montañas, búhos, tigres, cóndores, todo adoraban.
En la misma época, en la costa sur de Perú, Lehmann menciona que en la cerámica Nazca las representaciones favoritas fueron un personaje con máscara de felino, coronado por una serpiente erizada de espinas; y también un personaje-pájaro.
El cóndor y los incas
Los incas entraron en escena a mediados del siglo XV y perduraron un centenar de años hasta la llegada de los españoles. Formaron un imperio llamado Tahuantinsuyo y establecieron en el Cuzco su capital. Allí se encuentra el consagrado Templo del Sol donde se realizaban ceremonias religiosas en las que se sacrificaban animales, salvo algunos de carácter totémico como el puma y el cóndor.
Según la división del universo indígena que dan los cronistas hay un Hanan Pacha o cielo o mundo superior, un Kay Pacha o suelo de aquí o medio, y un Uk'u Pacha o suelo de adentro, que algunos cronistas identifican erróneamente con el infierno cristiano. El vocablo “pacha” se relacionaría con el hábitat o suelo. Estos tres niveles además se identifican con sus animales sagrados: la serpiente, el puma y el cóndor andino.
Para los incas el cóndor o Apu Kuntur era un "Mensajero de los Dioses" que voló hacia el nivel superior del mundo religioso (el Hanan Pacha) para luego llevar las plegarias a los dioses.
Es la unión entre el Hanan Pacha con el Kay Pacha. Representa la inteligencia y enaltecimiento o exaltación. Todos los días el cóndor eleva el sol sobre el cielo.
También en el Cuzco, la Fortaleza de Sacsahuaman tuvo, a pesar de las distintas interpretaciones dadas por los cronistas, una función preponderantemente religiosa. Para muchos estudiosos sus tres muros representan los tres niveles del mundo religioso andino a los que se ha hecho referencia.
Originalmente existieron tres muros de piedra zigzagueantes y paralelos construidos a niveles diferentes, y de dimensiones enormes. Actualmente sólo se conservan las bases de estos tres muros. El del medio sería el Apu Kuntur.
Continuando con el legado incaico, en una pared de Macchu Picchu, en el valle de Urubamba, hay un petroglifo con la imagen de un cóndor.
La figura del cóndor en los pueblos prehispánicos e hispánicos de Argentina
La imagen del cóndor también aparece asociada a las culturas que habitaron los valles de Calchaquí desde La Rioja a Jujuy, Catamarca y noroeste argentino. El motivo fundamental de la religión de los calchaquíes es la lluvia.
Veneraban al suri (o ñandú petiso) considerado el pájaro de la tormenta o la nube que lleva el agua en su seno.
"el cóndor podría representar la obscura nube de la tempestad, ya que en ocasiones ocupa en la alfarería el lugar del suri y se la reproduce de manera semejante".
En la Provincia de Córdoba, el cóndor, a igual que el yaguareté (o tigre americano), han sido representados en las pictografías de Cerro Colorado.
Algunas imágenes de las pictografías serían manifestaciones artísticas de carácter mágico-religioso (lugar de culto). Las figuras que aparecen en un mismo friso no habrían sido hechas en un mismo período de tiempo, abarcando un período de más de 500 años (siglo X a siglo XVI). Se atribuye su autoría a los comechingones y sanavirones, que serían el resultado de un complejo cultural surgido del encuentro de distintos tipos raciales que interactuaron culturalmente, y luego incluso entremezclaron y asimilaron biológicamente.
Por otro lado, si bien existen algunas hipótesis de la presencia inca en Córdoba (según el antropólogo Antonio Viana), no hay pruebas de su dominación. Sin embargo, algunos rasgos de la cultura andina (ej. cultivo de maíz y quinoa, domesticación de camélidos) habrían sido asimilados por los grupos raciales que se desarrollaron en la Provincia de Córdoba.
Además, y a los fines comparativos, resulta interesante mencionar que en los frisos de Cerro Colorado también se evidencian representaciones "mascariformes" como en el antiplano boliviano.
En este recorrido cultural, se detecta un paralelismo al considerar determinados símbolos iconográficos. Aparentemente, en el pensamiento religioso de la América indígena tanto el felino (puma o yaguareté), como la serpiente (o a veces el pez), y el ave (como el cóndor o el suri) ocuparon un lugar de privilegio y tienen un rol protagónico. Estas imágenes aparecen asociadas a lo mítico y a las transformaciones sufridas por los chamanes tras el consumo de alucinógenos, lo que se haya documentado desde la civilización de Tiwanaku hasta los comechingones, que (según Sotelo de Narvaez), inhalaban polvos obtenidos de un árbol llamado cebil.
Otro pueblo que entró por Chile y ocupó las regiones pampeana y patagónica fueron los mapuches. Para ellos, el cóndor es dueño del espacio aéreo, reencarnación de las almas nobles y valientes y poseedor de una gran sabiduría. Hay un refrán mapuche que se dice a quienes pretenden ir más allá de sus posibilidades: "No quieras parecerte al cóndor, que la cordillera es alta".Entre los tehuelches meridionales, en cambio, el cóndor aparece como una figura no demasiado respetable, lo que probablemente se deba a su condición de animal carroñero, como el carancho, que corre la misma suerte entre estos pueblos. El cóndor es un ave sagrada, pero maligna, a la que el mítico Elal de los tehuelches cazó con una flecha y como castigo por llevarse niños le sacó todas las plumas de la cabeza.
Actualmente, para algunos pueblos del noroeste argentino el cóndor es un animal de gran importancia religiosa. Dice la leyenda andina (argentino-chilena) que el cóndor no envejece nunca. Cuando siente que las fuerzas se le acaban, se posa en el pico más alto y saliente, repliega las alas, recoge las patas y se deja caer a pique contra el fondo de las quebradas, donde termina su reinado. Pero otros dicen que el cóndor no muere nunca, que al sentirse viejo vuelve al nido, donde renace.
La imagen del cóndor como un dios atmosférico o un mensajero del "mundo de arriba" es explicable en el sentido de que el ave vive en el aire, cruza el espacio, corta los vientos y asciende a las más altas cumbres, casi inaccesibles al hombre.
Ni los españoles ni los africanos tienen nexos culturales con el cóndor pues es un ave que únicamente esta en América.